¿Cómo diferenciarse cuando toda tu competencia también lo hace?
Ese es el meollo brandero. Intentar ser diferente está muy bien hasta que el resto se da cuenta y también lo hace. Y ya tenemos lío. Márgenes cada vez más estrechos, productos y servicios que aunque parezcan diferentes no lo son y un consumidor cada vez más hábil a la hora de darse cuenta de que, en el fondo, puede meter a todas las ovejas en el mismo redil por muy distintas que parezcan.