distribución

Marcilla L'Arôme versus Nespresso: el error de Nestlé

Marcilla L'Arôme versus Nespresso: el error de Nestlé

La guerra (marketiniana) está servida: L'Arôme Espresso de Marcilla, o esas cápsulas de café que "le hacen la competencia a Nespresso", contra la marca pionera en la categoría. ¿O más bien deberíamos decir "que Nespresso ha permitido que le resten cuota de mercado"?

El principal atractivo que tiene la marca de Sara Lee es su compatibilidad con el sistema Nespresso, esto es, con todas las máquinas para Nespresso (DeLonghi y Krups, principalmente). Por este motivo, en Francia Sara Lee y Nestlé ya han llegado a los tribunales por infringimiento de patentes, vía denuncia de la empresa suiza; Marcilla se defiende diciendo que sus cápsulas son diferentes y no violan ninguna patente, pero eso es harina de otro costal: volvamos al Marketing, que bien podría ser esta historia digna de Case Study.

La compatibilidad es condición necesaria, pero no suficiente. ¿Qué tiene L'Arôme para poder plantarle cara a Nespresso? "Su precio", pensará alguno de vosotros. Efectivamente, cada cápsula de L'Arôme cuesta 33 céntimos de €, mientras que las de Nespresso cuestan 40 céntimos. ¿Pero es eso todo? No.

La democratización de las marcas (I): TuneCore

La democratización de las marcas (I): TuneCore

Hace tiempo que en Emote venimos seguiendo de cerca una marca relativamente poco conocida pero con gran éxito a todos los niveles: TuneCore, una marca que basa su éxito en un concepto de marca Low Cost. “Sell your music, not your soul” es su leitmotiv y el primer baseline de marca con el que comenzó.

Se trata de un concepto de negocio innovador en el ámbito de la distribución musical. En TuneCore, cualquier artista o grupo musical puede hacer su sueño realidad y publicar y distribuir sus singles o álbumes en las principales tiendas de descargas (legales, por supuesto): iTunes, Amazon, Spotify, MySpace Music, Emusic, Thumbplay, Imvu, Zune, Nokia…

¿Cómo funciona TuneCore?

A nivel de usuario (músico/s), es muy fácil. Te registras gratuitamente, subes tu música, diseñas tu portada, pagas  (10 $ por subir una canción y 47 $ por hacer lo propio con un disco) y listo. Y después, a esperar a ver si te se ponen los ojos en forma de $$. Además, la marca ofrece servicios de asesoramiento y promoción para ayudarte a tener éxito.

Un cambio de paradigma en la distribución musical, una bofetada para las discográficas

Y ahora os preguntaréis… ¿y cuánto cobra el artista por cada canción o álbum vendido en las tiendas donde su música se compre?