La semana pasada Microsoft presentó la nueva Identidad visual de su última iteración de sistema operativo, Windows 8, diseñado para soportar tanto versiones de escritorio (PCs) como tablets y smartphones. Pentagram ha sido la agencia encargada de rediseñar el buque insignia de la compañía de Redmond. Podéis ver los detalles del trabajo realizado en el case study que le dedican en su propia página web. Precisamente el próximo miércoles 29, en un evento exclusivo en el marco del Mobile World Congress de Barcelona, Microsoft presentará la versión beta de su nuevo sistema operativo.
Del nuevo logo de Windows, lo primero que salta a la vista es la simplicidad de formas. Simplicidad en el icono, que mantiene las cuatro ventanas clásicas que dan nombre al sistema operativo, pero ahora de forma mucho más sutil y minimalista. De hecho, se trata de una profunda evolución del logotipo original de Windows, basado en el concepto visual de ventanas, en lo que la multinacional americana entiende como una vuelta a sus raíces. Simplicidad también en la tipografía utilizada, Segoe, de carácter limpio y sobrio.
Se dice que en una de las reuniones de trabajo durante el proyecto, Paula Scher, de Pentagram, le hizo la siguiente pregunta a Sam Moreau, director de experiencia de usuario de Microsoft: "Si tu nombre es Windows... ¿por qué eres una bandera?".
Efectivamente, la mayoría de identidades visuales de Windows que tenemos todos en mente contienen el icono de una bandera, formada por cuatro recuadros (ventanas) de colores. Microsoft ha ido actualizando dicha imaginería según las últimas versiones de Windows, y es la que ha prevalecido hasta nuestros días.
Logotipo de Windows XP, con su icono característico en forma de bandera
Así que adiós bandera, hola ventanas (de nuevo). ¿Seguro?
Esta es la versión en negativo del nuevo logotipo:
Y esta es la bandera de Finlandia:
Pues parece ser que seguimos viendo una bandera cuando deberíamos ver ventanas. Es lo que tiene la creatividad: pensamos que creamos algo nuevo, pero casi siempre se basa en algo existente.
Parecidos razonables a parte, a nosotros nos parece que el trabajo realizado por Pentagram no es malo: el logotipo rompe con el pasado, algo muy necesario dada la actual situación de estancamiento de la marca, a la vez que retoma parte de la esencia original.
Sin embargo, aquí falla algo. Cambiamos radicalmente el sistema operativo (para intentar copiar, una vez más, a Apple, haciendo más simple la interfaz complicada de Windows), entramos de lleno en la categoría de software para tablets y teléfonos inteligentes... ¿Y sólo le sumamos un número más al sistema operativo actual?
El problema de Windows 8 no radica en su nuevo logotipo, sino en su nombre: Windows. Estamos en la era post-PC. Las ventas de ordenadores personales en Estados Unidos han caído (de nuevo) durante 2011. El iPad se está comiendo literalmente a los ordenadores de escritorio enfocados para el consumo de hogar. ¿Y seguimos hablando de Windows?
Toda marca tiene dos vertientes de expresión: la visual, expresada a través de su logotipo, y la verbal, creada a través del proceso de Naming. Microsoft parece haberse enterado de la película del mundo móvil, quizás un poco tarde, pero al menos se ha percatado. Pero de lo que no parece haberse dado cuenta es que el logotipo no lo es todo. Si queremos reposicionar una marca, debemos trabajar las dos vertientes, no sólo una. Y, antes que nada, debemos saber qué es nuestra marca. Nuestros colegas de República del Branding se lo preguntan en su post sobre Windows 8.
Windows es el pasado, la marca de referencia de una era gloriosa para Microsoft, la de los PCs, que se le atraganta hoy día. No podemos decir que rompemos con el pasado si seguimos llamándonos igual. Se trata de una cuestión pura y dura de posicionamiento, de tener claro lo que para el consumidor significa Windows. Porque al final nos puede ocurrir lo que el refranero español tan bien define: aunque la mona se vista de seda... mona se queda. Eso sí: algunos dirán que el nuevo logo de Windows es muy mono.